En tiempos de las abuelas, se asustaba a los niños y malos católicos con las llamas del infierno y sus torturas.
Ahora, todos aquellos que sufrimos el infierno de las tarjetas bancarias nos asustan con un nuevo fantasmamón:
"El Buró de Crédito"
Que ha sustituido aquel librito en el que Dios apuntaba nuestras acciones buenas y malas. Ésta institución es consultada cuando un pobre tipo quiere que le den créditos de cualquier tipo y ¡Ay! de aquel que tenga un manchita en su expediente, porque no se le dará nada y además será señalado como un mal pagador, que en nuestra sociedad es peor que el peor pecado mortal.
Ayyyyy mis créditos.
¿¡Por que, decidme por qué caí en el Buró, si yo quería ser bueno!?
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