Se nos fue Farrah Fawcett y con ella la última de la estirpe de otras bellas como Marilyn Monroe, Betty Grable, Lana Turner y María Sorté (antes de que Ernesto Alonso la volviera virgen e impoluta).
La Pin-up es la mujer que podía volverse estandarte de una generación, con un algo, además del cuerpazo, sin necesidad de publicidad ni enseñar más allá de lo que la liga de la virtud exige.
Recuerdo que yo tenía el famoso póster de Farrah en mi cuarto y junto con mi hermano y mi primo pasábamos lista a todas sus virtudes. Yo en aquel entonces no había conocido mujer, sólo las había visto en revistas y películas; tampoco había desarrollado el gusto por esas mujeres de curvas definitivas y maravillosas, como Caty o Gabriela R, o Gaby. Y entonces Farrah me parecía maravillosa, con su sonrisa perfecta y su melena rubia y su cuerpo ceñido por aquel traje de baño rojo. El sexo me era desconocido, así que quizá sólo pensaba en invitarle un chesco y una gordita de chicharrón.
De la manera que fuera,pero aquella guerita nos había conquistado.
Y hoy ya no está. Se fué, mientras otros degenerados-delincuentes-malditos-rateros-sin corazón, reptan por esta tierra con un salud de hierro dañando, destruyendo. Mientras que aquella rubia angelical fue destruída por el cáncer
Después de Farrah, ya no habrá Pin-ups, sólo playmates de a mes.
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