viernes, 23 de enero de 2009

Solo

La lobita se fue, después de años de idas y vueltas, y los clásicos pleitos de pareja. Ahora sí se fue, para siempre. La situación fue triste, muy triste. Ahora camino mis pasos con la certeza de que nadie me espera, de que puedo llegar tarde y chupar e invitar amigos... Pero nada de eso se compara con las caderas y la presencia de mi lobita feroz, me imagino que la extrañaré toda la vida.


Diálogo con cerveza
—Necesitas ayuda — me dijo.
—No — le dije tranquilamente.
—Yo conozco alguien que te puede ayudar — me dijo.
—No tengo nada — le dije.
—Estás enfermo — me dijo.
—No — le dije mientras bebía un gran trago.
—¡Claro que sí —me dijo.
—No es nada, sólo son unas cervezas — le dije.
—¿No quieres curarte? — me dijo.
—¿De qué? — le dije.
—“De eso” — me dijo.
—Me hacen feliz —le dije.
—Como quieras, pero ya no cuentes conmigo —me dijo.
—Mmhh —le dije.
—Me largo, eres un pobre diablo, que te vaya bien —me dijo mientras me palmeaba la espalda y se iba para siempre.
“Cómo voy a extrañar esas caderas”, pensé mientras el sollozo se mezclaba con la cerveza.

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