martes, 29 de julio de 2008

Algunos pasos en la carrera de escritor

Como ahora está de moda tomar los textos hallados en Internet para hacer libros, reseñas y reportajes de televisión, en programas tan educativos como "Los 10 videos más chistosos" pongo ahora mi cooperación, con este texto tan terrible de lo que debe pasar un escritor en su fugaz carrera.



Como me decía mi madre: “No hay nada malo en escribir, siempre y cuando lo hagas por tu lado y te laves las manos después”.

Como me decía mi padre: “Escribe, haz lo que quieras, siempre supe que me habías salido raro”.

Como me decía mi hermano el mayor: “Ta´ bien que escribas, faltaba más, algo debes hacer encerrado en casa... Oye ¿y si mejor sales con chavas?”.

Como me decía mi maestra de español en primaria: “Escribir es un proceso creativo interesante aún en niños como tú... sigue, sigue, pero antes aprende ortografía.

Cómo decía mi primera novia: “Qué bonito que escribas, ¿no podrías hacerlo después?”.

Cómo decía mi primer jefe: “Lo que debes escribir son las facturas, güey; no, mejor, escribe tu renuncia”.

Cómo decía mi primer maestro de taller literario: “Escribe, así es como se hace un escritor, llenando páginas y páginas, desechando, desbrozando, destruyendo. Diez versiones harán un cuento mediano. Si echando a perder se aprende, tú estas aprendiendo magníficamente.

Cómo decía mi primer presentador ante un público: “Aquí el compañero escribe. Así como lo ven es un artista. Nadie entiende lo que escribe, pero artista al fin y al cabo. ¿Y quien mejor que él para decir unas palabras este día de la madre?

Cómo decía mi primer editor: “¿Así que usted escribe? No podemos decir que sea muy original. Hay miles de escritores. Bueno, no importa. Vamos a ver si tenemos lugar para ti en la revista, alguna página que sobre... ¿¿¿Pagar??? ¿Quién paga en este país? Sí quieres, puedes colaborar,
vender unos ejemplares de Letras Nuevísimas, al menos en la que vas a salir... eso si sales...”.

Cómo decían cuando pedía trabajo: “De acuerdo, escribe, pero ¿Qué sabe hacer?”.

Cómo decía mi primer crítico: “¿¿Escribe??”.

Cómo decía el presentador de mi primer premio: “El joven ganador del concurso, aquí presente, es un valor de las letras del estado, y le entregamos esta licuadora de tres velocidades por tener el número...”.

Cómo decía mi mejor amigo: “Me caes bien aunque escribas, todos tenemos nuestros vicios secretos”.

Cómo decía mi segundo editor: “¿Pagar? Deberías estar agradecido que saliste en Letras Renuevísimas, el arte jamás se vende, se regala, si no, no es arte. Y para la próxima corrige mejor las faltas de ortografía, tuvimos que pagarle a un corrector de estilo para que arreglara tu
original”.

Cómo decía mi primer mecenas: “Admiro tu estilo, tu precisión, el sentimiento de tus frases, la dulzura explícita de tu prosa, pero las tarjetas deben ser más graciosas, algo así cómo ‘¿Quieres
cumplir otro año?”, se abre la tarjetita y se lee, “¡de acuerdo, pero recuerda que se están acabando!’. Ya sabes: algo gracioso.
¿Por qué te quejas?, después de todo te estoy pagando para que escribas.

Como dije en una entrevista que nunca se publicó: “Escribir es
un placer”.

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