jueves, 24 de febrero de 2011

No hay nombre para eso

Yo pensaba que mañana, una fecha tan especial para mí, sería una especie de día “feliz”, pero no es así. Acabo de leer en el portal de Yahoo algo tan espantoso, tan inhumano, tan asqueroso, que me ha hecho caer el alma a los pies. Es cierto que cuando se pierde el control y ya no hay justicia, ni moral ni nada… sólo ansia de poder o el deseo de permanecer en él, y además se cuenta con armas, entonces los únicos que reinan son la violencia o la anarquía. Y el que tiene el monopolio de las armas goza un poder enfermizo que le permite ensañarse contra la población civil.
Así ha sido desde los babilonios… pero a mí me duele lo que me tocó conocer o saber, entre ellas las que nunca he olvidado son cuando los militares centroamericanos abrían los vientres de las embarazados con las bayonetas, o los niños obligados a prostituirse y usados para la pornografía infantil en todo el mundo, o las mutilaciones a machetazos de las guerras tribales en África, o las estúpidas mutilaciones rituales de genitales femeninos, o las mutilaciones y la desfiguración a mujeres en nombres de una “ley” tan absurda como el que la dicta y la ejecuta.
Todo ello habla de personalidades desviadas, de seres enfermos al límite, más de hienas rabiosas que humanos.
Cada una de esas atrocidades me han ensombrecido el corazón, pero esto último me aterroriza porque sucede en mi país, porque habla de cómo los cárteles de la droga son seres desalmados y que si el país cae en manos de ellos, más nos vale buscar el agujero más profundo y no salir ya de él: extorsiones de todos niveles, desde empresarios a la más humilde miscelánea, amenazas, secuestros… y lo que me provoca un nudo en la garganta de terror... Como siempre los civiles, los desarmados, los inocentes, son los que pagan...

“En Río Grande, un hombre que no pudo pagar un secuestro, fue obligado a mirar como un sicario descuartizaba a su hija de ocho años…”

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