martes, 25 de mayo de 2010

Vida después de los 50

Sí, hay vida más allá de los 50

Te ves en el espejo y te das cuenta que ya no está aquel muchachote de piel tersa y cuerpo de Apolo. Ahora ves un rostro que acusa el paso de los años, las arrugas adornan esa cara, en vez de melena hay una rala cabellera con tintes plateados y los marcados abdominales dieron paso a una amplia curvatura. Te aterrorizas porque ese señor eres tú mismo. Sientes que te sube el colesterol, que te baja la presión, que te duele el hígado, los pies y la espalda y temes que en cualquier momento te diagnosticarán lo peor; quieres echarte de cabeza al primer bote de basura, ahogar tu pena en alcohol o encontrar el método de suicidio menos doloroso.
Pero, ¿qué te sucede?
Cuando fuera de los círculos médicos se comenzó a hablar de andropausia, el género masculino imaginó que sufriría las mismas catástrofes que sus mujeres. En nuestra sociedad, que rinde culto a la juventud, pasar los 40 es perder la “inmortalidad” y la belleza. Después de esa peligrosa frontera llega la “crisis de la edad madura” tratamos a toda costa de parecer jóvenes, a veces con resultados patéticos, para que no nos consideren “acabados” en todos los terrenos. Pero todo forma parte de un proceso natural e irreversible, sólo que nadie nos preparó para ello. El organismo inicia el viaje para la tercera etapa de la vida. Hay cambios, sí, pero no significan decrepitud instantánea, hay que conocer en que consisten esos cambios, para vivirlos y sobre todo aceptarlos.

Te pueden decir “viejo andropaúsico” si:
• Te ataca un temor irracional de que “ya no funcionas” en el sexo y tratas de demostrar lo contrario al tener aventuras a granel (con chicas jóvenes, claro).
• Tu autoestima está por los suelos y sientes que fracasaste en la vida. La depresión afecta a tu familia y alcanza hasta las relaciones laborales y sentimentales.
• Para demostrar que no estás “viejo” te enredas en múltiples proyectos y trabajos, aunque a veces te falta el aliento. O lo contrario, decides “no estorbar” y te vuelves un eremita.
• Compites de manera patólogica con los jóvenes y gastas miles en tratamientos rejuvenecedores, cremas, inyecciones y hasta cirugía estética.

Bueno, al menos puedo decir que para mí no aplican ni el primero ni el último punto, ja, ja, ja, ja,, cof, cof, ayyy, ayyy mi espalda.

1 comentario:

Israel dijo...

Ahhh! Don Cronos acechándonos siempre y a cada momento, si quiera la muerte es más considerada coqueteando sólo muuy de vez en cuando y molestando por definitiva una vez, pero este otro lo traemos en la nuca. Cuando leí "vida después de los 50" me dije "que bien!" pero cuando terminé de leer ya no sé si agradecerte o reclamarte, bueno, ya lo sabré en carne propia. Seguimos leyendote!.