martes, 16 de marzo de 2010

Mi vida entre los lobos





Siempre me han fascinado, y aterrorizado, las pelis de hombres lobo, desde Santo contra los cerebros del mal, hasta la más reciente, con Benicio del Toro y el mairo Anthony Hopkins.
¿A qué se debe la fascinación-horror que me provocan? La teoría es que mi tierno y sano cerebro de niño hizo una asociación que después la ciencia explicaría, acerca de la dualidad del hombre; sí, porque nada hay más brutal que saber que el hombre es una bestia dormida, por fuera puede ser un ser impecable, bondadoso y sonriente, al que sólo le basta alguna droga, o alguna situación fuera de lo común, para convertirse en un animal, que me perdonen los animales, sanguinario, brutal malévolo.
Por algún tiempo, fe de adolescente, creí en la posibilidad de que sí existieran los hombres-bestia, de verdad, no locos. Y que por ahí rondaba un hombre-lobo, o un hombre-zorro, un hombre-hiena, un hombre-leopardo o por el estilo. Hoy me doy cuenta que no es así, sólo es una leyenda.
Aunque mis peores pesadillas han sido protagonizadas por hombres lobo y algunas de las cintas que me hicieron temer a la oscuridad fueron de licántropos, como “Aullido” o Aullido 2, los marsupiales”, mientras que los hombres lobo que salían con Chabelo, no espantaban, unos pobres hombres con un traje despeluchado.
A mi ex -pareja, la bella Lety Zarco, la llamaba “Lobito feroz”, por hermosa y, sí… feroz.
Todo esto surgió porque el domingo fui a ver “El hombre lobo”, que es una nueva versión, nada que ver con aquella tierna (así me parece hoy) versión con un atemorizado y sudoroso Lon Chaney Jr, nada que ver con las bestias peludas, góticas y gore de esta versión. Dicen los productores que es un homenaje a la antigua versión, lo que me parece muy bien, pues el hombre lobo ya se había abaratado mucho, recuerdo una ridiculez llamada “los hombres lobo de Wall Street” o “la marca de la bestia” con una loba muy fashion, ja, ja, ja. O la vomitiva del hombre lobo adolecente con Michael J. Fox, al que le faltaba un grado para convertirse en el estúpido Scooby Doo, ja, ja, ja.

En la nueva versión se le da otra vez el carácter de monstruo legendario y pesadillesco, no mamarrachadas cómicas. Ahora ya no me escondí debajo de la cama al llegar a mi casa, pero sí me dio gusto saber que los monstruos clásicos volverán, ahora con una renovada dosis de sangre, obscuridad y misterio.

Auuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu…

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